30 octubre 2006

Eso que llaman interactividad

Cada vez que nos acercamos a un programa relacionado con las nuevas tecnologías, encontramos entre sus características principales la mención a la interactividad. Los programas infantiles, las ofertas de capacitación, los simuladores virtuales, etc. refieren a ella de diversas maneras: a veces directamente “más de cuatrocientas actividades interactivas”, y otras no tanto “el participante podrá manejar el simulador virtual”, pero en todas aparece, subyacente el sonido del “clic”.

Es decir que la mayoría de las veces, se asocia el concepto de interactividad al uso del Mouse sobre una serie de elementos predeterminados por los diseñadores. De esta forma se termina asociando el proceso de operar sobre un programa de computación según el criterio de ensayo y error a un concepto mucho más profundo.

La interactividad así entendida se queda en la superficie junto con el clic.
Cuando los programas están bien construidos invitan al usuario a desplegar un conjunto de operaciones mentales y sociales que actúan como potenciadores de ese aprendizaje.

Pensemos en un ejemplo práctico.
Una clase de formación de postgrado dictada en línea. ¿Qué niveles de interactividad encontramos?
- Interactividad tradicional: los participantes operan directamente sobre la plataforma:
ingresan al campus, descargan sus actividades, sus materiales y leen los foros.
- Interactividad operativa: algunos participantes leen sus clases, establecen criterios de
selección de contenidos, piensan en las vinculaciones con su práctica profesional, se plantean
dudas, exponen sus opiniones en los espacios de diálogo y suben a la plataforma sus trabajos
individuales.
- Interactividad interpersonal: los participantes plantean sus dudas en la plataforma, reciben
respuesta de sus tutores, aportan comentarios a las dudas de los demás participantes y se dan
consejos sobre el uso de los recursos del campus.

Como menciona Patricia Bertolotti, en el weblog de educ.ar “Básicamente, la interactividad tiene que ver con la posibilidad de una comunicación de doble vía, en la que el receptor se convierte en emisor, dejando de ser un consumidor pasivo para convertirse en productor de información. Las TIC transformaron el tradicional esquema de comunicación unilateral (emisor-mensaje-receptor) en un sistema abierto, multilateral, a partir del cual se van tejiendo redes. Es decir, abren un nuevo espacio de vinculación que permite una participación diferente.”

Toda comunicación educativa es, entonces, interactiva, se basa en relaciones dialécticas que se nutren de mensajes enviados y recibidos, y las nuevas tecnologías le dan una gran cantidad de herramientas para vehiculizarlas: foros, chats, blogs, wikis, etc.

Así, cuando los usuarios de programas de educación o capacitación mediados por tecnologías pueden lograr crecientes niveles de interactividad social ven potencializados sus aprendizajes y sus posibilidades de transferencia a la práctica. Resignifican sus conocimientos personales y contribuyen a la formación de conocimiento social.

Es responsabilidad de quienes diseñamos propuestas de educación a distancia a través de este medio profundizar el concepto de interactividad para aumentar las posibilidades comunicativas que generen significados compartidos y le devuelvan a cada persona la posibilidad de reconstruir autónomamente sus conocimientos.